Ideogramas 2011

Ideogramas
Trazos en todas direcciones. En cualquier sentido, comas, bucles, corchetes, acentos,
se diréa, a cualquier altura, a cualquier nivel; desconcertantes marañas de acentos.

Arañazos, fragmentos, inicios que parecen haberse detenido de golpe.

Sin cuerpo, sin forma, sin figura, sin contorno, sin simetría, sin un centro, sin recordar
a nada conocido.
Sin regla aparente de simplificación, de unificación, de generalización.
Ni sobrios, ni depurados, ni despojados.
Como dispersos,
tal es la primera impresión.

Henri Michaux
Idéogrammes en Chine, Gallimard, 1975, Francia

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Modus operandi
Siempre tuve facilidad con el dibujo. En mi época de escuela (Boston, 1980-85) dibujé mucho, con modelos y referentes que yo elegía de mi alrededor; figuras humanas, naturalezas muertas, naturaleza en general. Aprendí cuando entendí que la única manera de dibujar es conectando puntos ubicados dentro o fuera del modelo en cuestión; al unir estos puntos con líneas o manchas se puede construir lo que sea‚ Así es necesario levantar la arquitectura del lugar donde se sitúa la figura. Trabajé también con música, con el gesto y el movimiento dentro de los lugares, espacios, interiores que elegía. Mis referentes fueron varios y simples: baños, cocinas, techumbres, flores, manzanas, cuerpos, rostros y más.

Hoy día cuando observo mis trabajos en un orden histórico puedo entender el proceso esencial que seguí en la pintura. Lo entiendo y a la vez vuelvo a aprender algo nuevo.

El tiempo ha sido otro elemento clave de mi trabajo. Por ejemplo, la figura humana en movimiento fue una herramienta importante para ejercitar la velocidad con la que trabajo actualmente, sea dibujando o pintando.

No obstante haber partido desde lo figurativo, admiraba la abstracción y deseaba profundamente poder hacer el cambio entre un modelo dado, copiado de lo exterior, y crear mis propios modelos, mi propio orden y mis herramientas para desarrollarlo. Esta aspiración, que en un momento devino en una crisis de desgano general (2003), me llevó a acercarme a quien fue un guía importante en mi obra actual, Eugenio Dittborn. Comprendiendo los motivos de mi desazón me dio la siguiente tarea: "Recorta papeles de revistas, diarios, papeles de colores, en formas y tamaños que te gusten. Tráeme tres composiciones hechas con esos recortes pegándolas sobre una base rígida, formato libre". Fue así como salí del mundo figurativo, cambié de herramientas, abandoné el óleo, incorporé la esponja, el dremel y los timbres.

No sólo pinto con la tela contra el muro, el piso también me sirve de respaldo y me permite además mirar mi trabajo desde sus cuatro lados. Es decir, puedo caminar alrededor de la tela distanciándome de toda semejanza con la realidad.

Lo primero que uno busca en una obra es un patrón reconocible, una figura humana, una casa, un pájaro etc. Mi propósito es por ahora desechar todo eso y concentrarme en lo que provoca una línea a otra, un color a otro color, la densidad a la liviandad. La composición la construyo marcando previamente puntos clave en la tela; a través de esas marcas las distintas intervenciones que voy realizando se ordenan, esto me ha permitido crear un método de trabajo propio.